El club y el jugador no se pusieron de acuerdo. El resto es historia:
«La prensa de Cataluña le dio la bienvenida en tres tiempos. Primero se pellizcaron la cara del susto. Saltó la sorpresa por el fichaje bomba y se dedicaron a preguntarse cómo podía haber ocurrido. Luego, superado el periodo de negación, los defectos de Pepe se convirtieron en las virtudes de Pepe (…) Y la tercera etapa del proceso fue la más extraordinaria de todas. Se reubicó el relato de Pepe a golpe de revisionismo, bautizándole como central de raza y defensor redimido de sus pecados blancos de camorra. Se abrillantó su nombre con editoriales, debates radiofónicos, portadas de campanillas, montajes de vídeo apologéticos. Se le colocó en el sagrario de Montserrat. Algunos niños incluso pasaron de Messi y se compraron la camiseta de Pepe en la botiga de Ronda Universitat esquina Plaza Catalunya. “¿Por qué te gusta Pepe?”, le preguntó el padre a su hijo delante de las cámaras del informativo. “Porque Pepe no hace teatro”.
En Perarnau Magazine, «Pepe jugando en el Barça»
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