Realizo la previa de la temporada NBA 2013/2014 para Quality Sport. El curso está a punto de comenzar y la revista aún tardará algunos días en salir, así que adelantamos aquí el texto. Hay algunos olvidos y algunas cosas que no ‘cupieron’, como los nombres de Roger Mason, CJ Watson, Mike Dunleavy o el famoso rebote de los Miami Heat, pero es una lectura completa. Se espera bastante de esta temporada.
LEBRON JAMES BUSCA LA DINASTÍA
Luce en la década reciente una nómina variada de franquicias NBA ganadoras del anillo de campeón. Desde Detroit Pistons (2004) a Dallas Mavericks (2011), sin olvidarnos de los renacidos (¡por fin!) Boston Celtics (2008) o los cartesianos San Antonio Spurs (2003, 2005 y 2007). Como el equipo de Gregg Popovich, hay equipos que consiguen repetir título, algunos incluso consecutivamente, caso de Los Ángeles Lakers más recientes (2009 y 2010) o los Miami Heat (2012 y 2013) de los últimos cursos. Pero el corte para lograr erigir la denominada dinastía lo marca el threepeat, es decir, los tres títulos encadenados. Es un logro sideral. Una trinidad que, en los últimos 47 años, sólo responde al nombre de Phil Jackson, comandante de los dos reinados de Michael Jordan (1991, 1992 y 1993; y 1996, 1997 y 1998) y de la singladura dominante del dúo Bryant-Shaq (2000, 2001 y 2002) en el Staples Center. Tómense estos datos en consideración para calibrar la envergadura del reto de Lebron James (Akron, 1984) de cara a la temporada 13/14 que comienza en la NBA.
No hay razones de peso para pensar que Miami Heat baje prestaciones en el nuevo curso. En todo caso, los nubarrones son pequeños y contados. La marcha de Mike Miller no vacía al roster de Spoelstra de buenos tiradores pero sí priva al equipo de cierto rol de triplista suplente, figura de aliño muy útil para el juego exterior. Con un Rashard Lewis apático y crepuscular, será Ray Allen -dicen que rejuvenecido por la dieta paleolítica- el que absorba parcialmente dicho rol, aunque no dé exactamente el perfil de Miller. En cuanto a los hombres altos, Chris Andersen ha renovado su contrato por un año después de su adquisición in media res la pasada temporada y en Miami están muy contentos con él. Con un equipo que suele jugar al small-ball tan de moda alrededor de Chris Bosh, al menos en su quinteto titular, Haslem y Joel Anthony suman poco pero sobradamente para completar la fuerza interior de los Heat. Y queda la incógnita de las nuevas incorporaciones, Greg Oden y Michael Beasley. El primero es un pívot de relumbrón de 25 años martirizado por las lesiones y con la sombra de Sam Bowie revoloteándole la cabeza. Busca la penúltima oportunidad con sus rodillas. El segundo, Beasley, es un alero aquejado de todas las tribulaciones díscolas del jugador NBA de los últimos veinte años. Atlético, impulsivo y tirador, frecuentemente mezclado en polémicas y asuntos turbios, Beasley busca en los pechos del campeón la manera recta de enderezar por fin una carrera NBA que apuntaba muchísimo (nº2 del Draft de 2008).
Por su parte, los aspirantes son varios y no están menos sedientos. En el Este la competencia se concentra en dos focos principales. Los vecinos Chicago Bulls e Indiana Pacers quieren dar un salto competitivo definitivo. El caso de Indiana es el más consolidado. Llevar a los Heat al séptimo partido en las pasadas Finales del Este debe ser una carta de presentación más que suficiente para los hombres de Frank Vogel. Ningún equipo ha hecho tanto daño a los campeones, al menos de forma específica, antitética. Sólo una cierta estrechez de banquillo –por ejemplo, Paul George acumuló en Playoffs más de 41 minutos por noche- limitó el recorrido de un equipo rocoso y tremendamente competitivo que, este año, se ha reforzado para la causa con los nombres de Luis Scola y Chris Copeland principalmente. Por todo ello, conviene anotar a los Pacers como un candidato de primer orden para robar el entorchado. En Chicago, por su parte, también quieren aspirar a lo máximo, aunque partan de una situación particularmente distinta. Todo en el equipo del imperator Thibodeau ha quedado mediatizado por Derrick Rose. Para bien y para mal. Se ignora si su retorno será un impulso o un tremendo empujón, pero los Bulls buscan lamer heridas y recuperar la excelencia que rozaron con ambas manos en 2011. La heroica resistencia ante los Heat en la pasada postemporada pese a las múltiples bajas -Luol Deng y Kirk Hinrich entre otros- insinúa a las claras que siguen cercanos a aquel equipo reciente con amplios vuelos y defensas numantinas. No pierdan de vista las evoluciones de un hombre: Jimmy Butler. Su progresión no ha hecho nada más que empezar.
En la costa Atlántica el vecindario anda revuelto. El empuje inversor de los Nets de Prokhorov ha engranado un nuevo giro de manivela con la incorporación rutilante de varios veteranos de postín. Se desconoce si Garnett, Pierce y Terry (36 años de media) son el ingrediente necesario para convertir un equipo de Playoffs en uno de Finales, pero sea con cachorros o con perros viejos, no caben más salarios en el Barclays Center (102 millones de dólares, de lejos el equipo más caro de toda la NBA). Sumados a los jóvenes y talentosos Joe Johnson, Deron Williams y Brook López, la mezcla es el reto. Tal dificilísima alquimia corresponderá al novato Jason Kidd y acaso sea este el eslabón más débil de un proyecto pujante que adeuda completar el reto más difícil de todos: funcionar. Y hacerlo además bajo batuta primeriza. Es posible que los New York Knicks puedan ser, por antagonismo simple, un buen termómetro para medir a estos Nets. La rivalidad de la ciudad de Nueva York dará la primera medida de las verdaderas aspiraciones de los dos equipos de la ciudad. La suma de Stoudemire y Carmelo Anthony no es menos compleja, pero el liderazgo de Mike Woodson en el banquillo del Madison dejó el año pasado fases de química colectiva realmente interesantes. Será atractivo observar también la adaptación de Bargnani y Artest. Difícil, en definitiva, prever cuál de los dos equipos llegará más lejos. Si es que alguno lo hace.
En el Oeste la baraja está más abierta. De los San Antonio Spurs cabe decir de nuevo que no deberíamos atrevernos a descartar su candidatura nunca más, al menos mientras Popovich siga al mando de las operaciones. Si estuvieron a punto de campeonar el año pasado fue, entre otras cosas, porque la sucesión ya asoma con creces. Leonard, Splitter y Danny Green garantizan la continuidad de un proyecto con más de quince años de antigüedad que sabe entreverar como ninguno lo viejo con lo nuevo. El objetivo es continuar la transición generacional sin perder comba en la élite de la West Conference. En cuanto a Memphis, por fin finalistas de conferencia, se ignora por completo qué incidencia puede tener el cambio de entrenador en un proyecto cuajado tan sólidamente en torno al liderazgo de Lionel Hollins. En todo caso, habiendo sido reforzado el proyecto con los nombres de Mike Miller –hijo pródigo que vuelve a casa-, Nick Calathes o Kosta Koufos, en principio no existen grandes razones para pensar que el equipo será menos competitivo. La columna vertebral de Mike Conley, Tony Allen y Marc Gasol, sin olvidarnos de Zach Randolph, debe garantizar una cifra cercana a 50 victorias en abril.
Imposible no hablar en este punto de Oklahoma. Quo Vadis, Thunder? La zozobra de la pasada campaña aún se deja sentir en el ánimo del aficionado azul. Lo peor es que no todo el fiasco se explica por la desgraciada lesión de Russell Westbrook en primera ronda de postemporada. A estas alturas, sería un error pensar en Jeremy Lamb o Reggie Jackson como el amor sustitutivo de James Harden (recuerdos para Kevin Martin), pero se espera de estos jóvenes algunas soluciones de perímetro para cierta carencia en el juego exterior suplente de Oklahoma. La realidad es que ya pocos dan a los Thunder como referencia absoluta del Oeste. Y la realidad es que Sam Presti se ha movido con mucha cautela este verano –el límite salarial asusta y mucho a los equipos de ciudades pequeñas y mercados modestos- y esta temporada no se exigirá a los chicos de Scott Brooks el asalto al anillo con la misma fuerza que campañas anteriores. Pese a que Kevin Durant esté harto de ser el número dos. En todo. Veremos cómo se gestiona este difícil puzle de recursos, ambiciones y expectativas.
Reclaman también la atención del aficionado los proyectos de Rockets, Clippers y Warriors. El equipo de Texas está exultante con la nueva dupla Howard-Harden pero el alcance del proyecto es de momento una incógnita. Estarán muy bien secundados por Omer Asik, Chandler Parsons y Jeremy Lin, más los interesantes fichajes de Ronnie Brewer y de Omri Casspi, mientras la escuadra de Kevin McHale trata de asentar un lugar fuerte en el West perdido desde los años 90. De momento, molestar en Playoffs podría ser un balance muy positivo para ellos (superando por descontado las 45 victorias del año pasado). Por su parte, en la ciudad de Los Ángeles, el hermano pobre se ha encomendado a un entrenador laureado, Doc Rivers, para aspirar a más. Chris Paul y Blake Griffin están impacientes. Las incorporaciones específicas de hombres como JJ. Reddick o Jared Dudley delatan un proyecto fuerte que busca cubrir roles específicos para ser más compacto. Y nunca conviene subestimar el corazón de los equipos del batallador Doc Rivers. Por último, los Warriors son una grata sorpresa de un tiempo a esta parte. La irrupción de figuras jóvenes y de largo recorrido como Stephen Curry, Clay Thompson o Harrison Barnes augura una época de gran disfrute para la parroquia de San Francisco. El trabajo de Marc Jackson ha sido fulgurante y sensacional. Y la solvencia probada de nombres como David Lee, Andrew Bogut o Andre Iguodala completan un plantel que quiere, a ritmo de más de 98 posesiones por partido –como Houston-, tomar el Oeste al asalto.
¿Y los españoles?
Mientras Marc Gasol espera seguir creciendo con los temibles Memphis Grizzlies, y por qué no, acudir a su segundo All-Star, Pau se enfrenta a una temporada ambivalente. En lo personal, radicalmente más tranquila que otros años, donde se ha visto zarandeado por el mentidero de traspasos, por lesiones e incluso por la imposición de un rol secundario. En lo deportivo, porque los Lakers asumen una de sus temporadas más escasamente estimulantes. Es un hecho que se prepara la transición de cara al verano 2014, donde se buscará fichar a un potente agente libre. Que Pau continúe entonces es una incógnita, como ocurre con la mayoría de sus compañeros.
Por parte de los bases, Calderón tiene ya 32 años pero inicia una nueva etapa en su carrera. La ilusión de jugar en los respetados Dallas Mavericks no se oscurece ni siquiera por la incertidumbre del proyecto actual de Mark Cuban, que no ha encontrado el rumbo desde que campeonó en 2011. A Ricky Rubio hay que exigirle más este curso. Su lesión de rodilla es historia y no cabe sino esperar de él una temporada de crecimiento y liderazgo en un equipo interesante, los Timberwolves, que empiezan a sentir con fuerza la urgencia histórica de no meterse en postemporada desde 2004. Por su parte, Serge Ibaka espera enseñar todo lo aprendido este verano, ausente de la Selección Española. Se espera que siga tirando igual de bien o mejor desde media distancia y que mejore sustancialmente sus movimientos en el poste, creando sus propias situaciones y lanzamientos. Si los Thunder recuperan su excelencia, se espera ver a Serge como referencia interior del equipo. Por último, en cuanto a Víctor Claver, su temporada es delicada. La campaña sophomore suele cribar al jugador con futuro en la liga de aquel que o no lo tiene o habrá de ocupar un rol más marginal. Portland es una plaza inquieta y Claver tendrá que buscar mejorar sus prestaciones sustancialmente este año (16,6 mins, 3.8p, 4.4r y 0.9a).
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