Viernes 2×1. Sirvo el retrato de un tenista telúrico en el último Grand Slam del año:
«Dijéramos que es un intruso, como John Stockton paseando desapercibido por la Barcelona olímpica. De todos los tenistas top five David Ferrer resulta con diferencia el más insospechado (…) Sencillo y resuelto, esforzado detrás de cada bola como si le fuera en ello el boleto de hotel. Juega los partidos con la franqueza de quien no sabe jugar de farol. Donde sus compañeros parecen cachorros de Apolo, el tenis portento del nuevo siglo, Ferrer luce como un estibador de derecha y revés que saca adelante su pan y su catre. Se hace admirar porque nunca cesa y nunca parece sobrarle nada, en la victoria y en la derrota…»
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Y recojo la versión ciclista de uno de los grandes enigmas clásicos:
«Si Alejandro sometió el nudo cortándolo con su espada, Alberto resolvió saltar del pelotón en el momento y lugar inesperado: en una etapa de montaña de mucha menor entidad y en el penúltimo puerto. En la duda de Purito estuvo la victoria de Contador; en su extrañeza cuando lo vio brincar fuera de guión, aunque luego al catalán le fallaran las fuerzas para seguir a un Valverde que le hubiera llevado de nuevo hasta Alberto…»
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Que aproveche.
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